Involucrate en el Producto
By Tomás Hernández, Posted on December 25, 2025 (1d ago)
Hace unas semanas, un amigo con un rol puramente técnico en una startup de finanzas me preguntó: “Che, ¿qué hacés cuando tu código te gusta pero sentís que lo que hacés no va a ningún lugar? Iteramos sobre lo mismo sin que funcione. A veces logramos cosas, pero casi siempre terminamos cambiando el rumbo.”
Esa pregunta me encantó, porque al programar deberíamos ser el primer usuario de lo que construimos.
Ahí está la diferencia entre alguien que solamente tira líneas de código y alguien orientado a producto.
Y no te hablo de “ponerse la camiseta” ni de ser “familia”. Hablo de algo mucho más concreto: solucionarle la vida al usuario.
Por qué escribir código no alcanza
No importa si sos junior, semi-senior o el título que te pongan.
Un desarrollador con experiencia sabe transformar la ambigüedad en algo concreto: cómo lo va a usar el usuario.
Eso es hacer producto.
Las preguntas que importan de verdad
- ¿Qué problema estamos resolviendo? Olvidate de la solución, entendé el dolor del usuario.
- ¿Quién es el usuario y qué le molesta hoy? Sé específico. Nada de generalidades.
- ¿Qué estamos asumiendo que podría estar mal? Ojo con las asunciones ocultas.
- ¿Qué pasa si nos equivocamos y lo publicamos igual? Medí el riesgo real ¿cómo reaccionarían tus usuarios?
Estas preguntas no son solamente de código, son de producto.
Un buen desarrollador no solo escribe código: desambigua y decide.
Iterar no es ir a la deriva
Iterar está buenísimo, y cambiar de rumbo también.
El problema no es moverse, sino hacerlo sin saber qué estás intentando aprender.
No necesitás tener un plan perfecto a 10 años, pero sí una hipótesis clara hoy.
Si no la tenés, experimentá, pero con intención: sabiendo qué querés validar y por qué.
Probá, medí y sacá conclusiones.
Si no hay aprendizaje, no fue una iteración, fue ruido.
Moverse rápido importa (la velocidad es una ventaja real, sobre todo cuando sos chico).
Pero moverse rápido no es correr sin pensar: es aprender más rápido que el resto.
La mayoría de los fracasos no vienen de ir demasiado rápido,
sino de justificar ir lento con excusas.
Cómo crear un buen producto
Sé tu primer usuario.
Si no te dan ganas de usarlo, algo está mal.
Divagá y creá.
Hacé cosas que la gente ame usar.
No podés conformar a todos.
Aceptalo rápido. Aprendé a decir que no.
Marcá el norte.
Sin rumbo, cualquier decisión parece correcta.
Pensá a largo plazo con metas a corto plazo.
Lo que hacés hoy tiene que contribuir con lo que querés ser mañana.
No te metas en guerras perdidas.
Si hay competencia, tenés que ser un 1000% mejor para ganar.
Escribí bien, pensá claro.
Toda idea debería estar claramente escrita, sin ambigüedades, como si otra persona tuviera que implementarla sin hablar con vos.
Si algo no se entiende en texto, no está listo.
Dejá abiertas las preguntas posibles, aceptá las dudas y reevaluá la idea antes de construir.
Escribir bien es pensar mejor.
Permití a los usuarios dar feedback lo más rápido posible.
Cuanto antes tengas feedback valioso de ellos, mejor va a ser tu producto.
El free tier importa.
Dejá probar lo mejor de tu producto.
El usuario tiene que querer pagar.
Calidad ante todo.
No muestres cosas rotas a los usuarios.
La calidad también es desplegar cosas que ya se puedan usar.
Es mejor liberar bloques pequeños, completos y usables que la gente pueda probar hoy y sobre los que puedas obtener feedback real.
Un producto que tarda años en salir nunca aprende nada.
Desplegá, medí, escuchá y recién después seguí construyendo.
No te aísles.
Contale al resto del equipo en qué estás trabajando.
Compartí ideas antes de implementarlas y pedí feedback temprano.
Usá la IA como herramienta, no como cerebro.
La IA sabe repetir y combinar lo que ya existe. No entiende el problema real.
La visión, las decisiones difíciles y la innovación siguen siendo tuyas.
Si delegás eso, no estás creando producto: estás copiando el pasado.
Código con sentido
- Representá la realidad.
Que el código refleje el dominio del problema real, no una abstracción linda pero inexistente.
Si el negocio no se reconoce en el código, algo está mal. - Mantenelo simple.
No persigas la arquitectura perfecta.
Si el rumbo cambia seguido, el código también tiene que poder cambiar sin romper todo. - Un problema a la vez.
No intentes resolver el futuro hoy.
Solucioná lo que duele ahora y seguí avanzando. - Automatizá lo aburrido.
Si estás haciendo algo manual y repetitivo, estás perdiendo tiempo valioso. - Testeá lo que importa.
Enfocate en los flujos clave del negocio.
No gastes días testeando caminos que nadie usa.
De escribir código a construir cosas que importan
La frustración no viene de escribir mal código. Viene de escribir código sin saber para qué existe.
No se trata de dejar de ser desarrollador. Se trata de entender que el código es un medio, no el fin.
Cuando te orientás a producto, empezás a pensar en problemas, usuarios y decisiones, no solo en implementaciones.
Ahí el código deja de ser una carga y vuelve a ser una herramienta.
Y en ese punto dejás de ser “alguien que programa” para convertirte en un desarrollador que construye cosas que importan.